El SEO, ese conjunto de técnicas que utilizamos para aumentar la visibilidad de un sitio web con el objetivo de incrementar el número de visitas, ha pasado de ser un completo desconocido para muchos anunciantes a convertirse en el santo grial de la publicidad. Sin embargo no son pocos los que se preguntan si ese poder omnímodo no es exagerado. Los que venimos de la rama de la creatividad nos sentimos cada día más condicionados por el peso de las imposiciones del SEO. Yo al menos me siento así. “Escribe utilizando estas palabras”, “no utilices estas otras”, “repite más veces esta palabra”, “empieza el texto utilizando esta otra palabra”, “alarga la extensión del texto”, “utiliza frases más cortas”… El algoritmo de Google, esa especie de Gran Hermano Digital que todo lo ve y que todo lo sabe, es quien determina lo que tienes que escribir y cómo debes escribirlo. Este nuevo escenario dominado por el gigante de Mountain View nos uniforma a todos hasta el punto de que parece que muchos textos estén escritos por la misma persona. La misma estructura, la misma extensión, el mismo estilo, todo se repite.
Qué queréis que os diga. Echo de menos los tiempos en los que no se hablaba de contenido, sino de creatividad. En aquellos tiempos la creatividad era el centro de toda actividad publicitaria. Eran las ideas las que diferenciaban a unas marcas de otras, las que llamaban la atención de los consumidores, las que despertaban su interés, las que les hacían desear algo con todas sus fuerzas, y las que les empujaban a dar el paso deseado. Ahora parece que todo depende de la cantidad de palabras que utilices, aunque luego no se lean; o del peso de las imágenes, o de la hora en que publiques o de la frecuencia de tus publicaciones. Aunque lo que publiques no sea especialmente interesante ni esté demasiado bien escrito.
Los clientes quieren todo bueno, bonito y barato. Y lo quieren ya.
Como consecuencia de esta situación, los clientes están configurando en sus mentes un modelo mecanicista de la publicidad que infravalora el poder de la creatividad y cede el protagonismo a las matemáticas. “Si invierto tanto dinero, publico tantos contenidos en redes sociales, y obtengo tantos enlaces externos, obtendré tantos leads, tantos seguidores y tantas visitas a mi web, que se traducirán en tantas peticiones de presupuestos, que al final me traerán tantas ventas”. Pura lógica. Pero por desgracia la publicidad no se basa en la lógica. Porque los consumidores no somos robots, de momento seguimos siendo seres humanos.
Los clientes se alarman cuando ven que sus competidores les adelantan en el orden de los resultados de Google. Inmediatamente llaman a la agencia para pedir explicaciones y les exigen “más madera” para revertir la situación. Y la agencia suele ponerse a incrementar el número de publicaciones, el número de contenidos y el número de palabras, en busca de más seguidores, más participación y más visitas a la web.
Que no se me malinterprete. No estoy diciendo que el SEO no sea importante, por supuesto que lo es. Y mucho. Yo mismo estoy teniendo en cuenta criterios SEO mientras escribo este post. Pero el SEO no es lo único. Y por supuesto no es infalible. Creo que el SEO es una pieza más del ecosistema de la publicidad, con la misma importancia que la creatividad, el contenido, el email marketing, las redes sociales o las campañas de Paid. Todas las áreas deben trabajar al servicio de un objetivo común – la captación de clientes – pero ninguna debe estar por encima de las demás, arrinconando al resto.
¿Cristiano Ronaldo piensa en el SEO cuando publica una foto en Twitter?
Siempre me hago la misma pregunta. ¿Y Kate Perry piensa en el SEO? ¿O Barack Obama? ¿O Justin Bieber? ¿O Lady Gaga? Ninguno de ellos me parece a primera vista un experto en SEO, y el que menos tiene más de 70 millones de followers. ¿Cómo han logrado entonces esos ejércitos de seguidores?
Antes los departamentos creativos de las agencias de publicidad estaban llenos de gente con pinta de músicos, pintores o estrellas del rock. Ahora las agencias de publicidad parecen estar llenas de ingenieros, financieros o informáticos. Cuando yo empezaba a dar mis primeros pasos en la profesión, los directores de arte sabían dibujar y muchos redactores – yo el primero – soñábamos con ser guionistas de cine. Ahora, parafraseando la novela de Phillip K. Dick, los creativos sueñan con ovejas eléctricas.
Sin embargo, al igual que la vida tras un desastre natural, la creatividad siempre se abre paso. Quizás porque en el fondo la vida sea precisamente eso, creatividad. Imparto clases de Creatividad Publicitaria en Aula Creactiva y en las últimas promociones se está repitiendo con cada vez más frecuencia un perfil de alumno que me llama la atención. Se trata de profesionales que trabajan en agencias de marketing digital y que vienen en busca de creatividad. Son diseñadores gráficos, redactores y creativos “todo terreno” que necesitan desengrasar sus neuronas para ser capaces de generar ideas más creativas. Algunos de ellos incluso no vienen por iniciativa propia, vienen empujados por sus propias agencias. ¿Estaremos asistiendo a un renacer de la creatividad? Me parecería una gran idea.
Director Creativo de Materiagris. Especialista en Publicidad y Storytelling para empresas con impacto social. También soy profesor de Creatividad Publicitaria y Copy en Aula Creactiva. Me encanta viajar, escuchar y soñar. Creo que la publicidad puede ser un gran generador de cambios para mejorar el mundo. Linkedin