RSC DEP

La Responsabilidad Social Corporativa (RSC) se ha erigido en los últimos años como una importante contribución de las empresas al mejoramiento social, económico y medioambiental. Sin embargo, sus días deberían estar contados. Y además todos nos deberíamos alegrar de ello.

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Responsabilidad Social Corporativa. ¿Un propósito sincero o simple retórica?

La RSC se ha convertido en un área fundamental para muchas empresas, que han implementado políticas y prácticas que han configurado un papel más responsable dentro de la sociedad. Sin embargo cada vez son más sus detractores, que ven en la RSC un simple barniz cuyo verdadero objetivo es encubrir acciones que distan mucho de ser consideradas responsables.

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Compañías energéticas, bancos, compañías de seguros, empresas farmacéuticas o compañías automovilísticas realizan anualmente numerosas acciones bajo el escudo de la Responsabilidad Social Corporativa, mientras a la vez desarrollan actividades que perjudican al bienestar de las personas o que contribuyen a degradar el medio ambiente.

La Responsabilidad Social Corporativa debe ser el corazón de todas las actividades de la empresa y debe determinar sus políticas, sistemas y procesos. Limitarse exclusivamente a un único departamento que opera de forma independiente, y muchas veces de espaldas al resto de la empresa, convierte a la RSC en un «lavado de cara» que ya no suele convencer a muchos clientes y a una parte significativa de la opinión pública.

En un sistema de libre mercado y con las reglas de juego vigentes, la maximización de los beneficios es el objetivo de todo negocio que se precie. Esta circunstancia, la auténtica razón de ser de la empresa dentro del marco actual – no nos engañemos -, no parece encajar muy bien con la idea de considerar a las empresas como los impulsores de la sostenibilidad o la justicia social. Alta rentabilidad y desarrollo sostenible parecen no casar en la mayoría de los casos. En este escenario la RSC queda convertida en simple retórica. Mucho ruido y pocas nueces.

Las únicas empresas realmente responsables son las empresas dirigidas por empresarios realmente responsables

En este contexto conviene atribuir a las personas el protagonismo que se merecen. Las personas, en concreto, los accionistas y los directivos de las compañías son los únicos responsables de lo que sucede dentro de sus empresas. Si por ejemplo, una empresa fabrica productos que son altamente contaminantes, los responsables son sus accionistas y directivos. Si una compañía vende productos que son perjudiciales para la salud, los únicos responsables son sus accionistas y directivos. Ningún beneficio, por pingüe que sea, puede justificar el desarrollo de actividades perniciosas para el bienestar de las personas o que deterioren el medio ambiente.

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Los empresarios deben despertar y darse cuenta del papel trascendental que pueden desempeñar dentro de nuestra sociedad. Los empresarios conscientes pueden convertirse en los auténticos líderes de un cambio real que ponga la economía al servicio de las personas.

En los últimos años la opinión pública está cada vez más atenta a los grados de responsabilidad de las empresas y son numerosos los casos que han señalado a algunas empresas por sus malas prácticas. Por ejemplo, en el año 2015, Martin Winterkorn, CEO mundial de Volkswagen tuvo que dimitir después de que se descubriera que su compañía estaba manipulando los controles de gases contaminantes. Con esa maniobra elevaban la potencia de sus motores al tiempo que emitían sustancias tóxicas que provocaban enfermedades respiratorias. Tras su dimisión, Winterkorn declaró que “no había hecho nada malo” y tuvo derecho a una pensión de 30 millones de euros. El escándalo fue destapado por un activista ecologista alemán llamado Peter Mock, director de la compañía ICCT (International Council form Clean Transportation).

También muchos recordarán las protestas que se desataron en muchos países de Europa después de que varias compañías farmacéuticas lanzaran un medicamento que aseguraban que curaba la hepatitis C en tres semanas a un precio de 100.000 dólares por 21 comprimidos. Sí, 100.000 dólares, unos 89.000 euros.

Casos así no se olvidan ni se ocultan por muchas acciones de RSC que emprendan las compañías. La Responsabilidad Social Corporativa debe impregnar todas y cada una de las actividades de la empresa, debe ser sincera, debe obedecer a un propósito ético, no debe estar acotada, ni debe convertirse en una vaca sagrada de dudosa utilidad.